Por Miguel Armando García.
Se decía que el lenguaje era descriptivo, pero en la actualidad se puede juzgar al lenguaje como algo más bien activo porque te permite ir a la acción. Las personas crean realidades al comunicarse con otras personas de cinco maneras distintas conocidas como actos lingüísticos: La petición, la oferta, la promesa, las declaraciones y las afirmaciones. Estas distinciones las podemos catalogar como actos de nuestro lenguaje.
Si observamos nuestro entorno laboral, social o familiar podemos darnos cuenta de que la gente pide cosas: al gobierno, a la naturaleza, a las empresas, al mundo y a Dios. La oración, por ejemplo, es un acto claro de petición. Pero no basta con ello, es preciso saber crear un contexto favorable para que nuestra petición funcione. Cuando oramos, estamos solicitando un favor a Dios con toda la fe para que nos ayude, y todo depende de una necesidad. Así, cuando demandamos algo concreto a la sociedad, sería mejor estar seguros del enfoque de esa solicitud.
Detrás de una petición muchas veces está la oferta. Cuando buscamos empleo, también estamos ofertándonos como buenos profesionales con competencias y destrezas para asumir el cargo. ¿Cuántas veces hemos perdido la oportunidad porque no sabemos pedir o porque no nos sabemos ofertar u ofrecer como personas idóneas dejándolo todo al libre albedrío?
Detrás de cualquier demanda, por lo general se encuentra implícita nuestra oferta. Por ejemplo, al hacer una solicitud de empleo es necesario prestar mucha atención a la manera como lo hacemos para demostrar que somos los mejores, esto es algo que podría lucir muy obvio, pero si revisamos con atención ¿Cuántas veces hemos perdido la oportunidad, porque no sabemos pedir o, porque no sabemos vendernos y lo dejamos al libre albedrío?
Pero, luego que pides y te ofertas, debes cumplir con la promesa. Es decir, si te vendes con la idea de que sabes hacer las cosas bien, tienes el compromiso de hacerlo muy bien y allí entra el ciclo de la promesa que no es otra cosa sino negociar para cumplir con tu oferta.
A mi modo de ver, uno de los actos lingüísticos más poderosos es la declaración. Cuando un juez le dice a una pareja yo los declaro marido y mujer, sin duda, genera una nueva realidad que cambiará la vida de esa pareja. Es decir, que las declaraciones pueden ser tan determinantes que producen transformaciones.
Un candidato presidencial, por ejemplo, no solo se oferta como la mejor opción sino que declara que es la mejor opción.
Cuando lo declara, ya está generando una acción que en este caso, sería el hecho de que los electores voten por él en las elecciones presidenciales.
Lo mejor de todo es hacerlo creer, pero mejor aún es creérselo él. Así le está dando tanto poder a la palabra que con el solo hecho de sancionarlo logra sus objetivos.
Hay que declarar siempre en positivo. Decir: “soy una persona próspera, tengo éxito, soy un buen periodista, soy un buen arquitecto, soy un buen político porque hablo bien y convenzo.” por ejemplo.
No hagas declaraciones para el futuro tales como: “seré una persona próspera“ porque eso es algo incierto, evita las frases negativas porque son falsas afirmaciones que no conducen a nada. Hay gente que vive su vida hablando en negativo: “No tengo suerte en el amor, no tengo suerte en el juego, no se hablar bien” etc. Pues a fuerza de hacer estas declaraciones, crearás esa realidad.
Creemos que la realidad se construye primero teniendo, luego haciendo y finalmente siendo, muy por el contario, la realidad se concreta siendo, haciendo y teniendo. Un ejemplo de construir realidades positivas es afirmar: Soy próspero, por lo tanto, compré un carro y lo tengo para pasear.
Sin duda, afirmar en positivo tiene un poder sorprendente y lo debes utilizar en tu propio beneficio.
Fuente:
- La magia de la comunicación. Dr Lair Ribeiro. Ediciones Urano.
- Los actos Linguísticos. Rafael Echeverría.
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